ENTREVISTA CON ALEJANDRO STORNI
HIJO DE ALFONSINA STORNI
EN EL CAFÉ TORTONI, EL 15 DE JUNIO DE 2003
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Participaron:
AS: Alejandro Storni
CS: Cecilia C. Santoro (Bibliotecaria)
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En este legendario café, el de los recuerdos y de las anécdotas, allí donde mora el duende
que no sabe de brumas y desmayos,donde surge la luz y un espíritu mágico va fundiendo
reminiscencias y atesorando utopías,allí donde alguna vez pasó Alfonsina buscando
amparo a su descontento en el trajinar de su dura existencia, allí fue el punto de encuentro
con el Señor Alejandro Storni.
El día 15 de junio cuando atravesé sus puertas, una atmósfera cálida me envolvió y,
como viajera perdida en el tiempo recorrí la vida de esta mujer,
quien marcara una huella imborrable en la literatura argentina del siglo XX.
No necesité moverme de ese espacio para reconocer la magia que inspiró aquella vida plagada
de buenos momentos pero también de un sinnúmero de desilusiones.
Con las palabras de su hijo tuve una vez más la certeza de que Alfonsina marcó surcos
en el difícil camino de vivir y dejó junto a su paso una estela de utopías
como sólo los grandes pueden hacerlo.
GRACIAS ALEJANDRO
CS- ¿Me gustaría que me describiera cómo era su relación con Alfonsina?
¿Cómo eran los fines de semana que compartían,qué lugares visitaban?
Algo así como una descripción de la convivencia con ella y la educación que recibió.
AS- Una cosa es la madre cuando lo lleva a uno al colegio, al zoológico, al botánico
o a la calesita, pero cuando crece ya no lo puede llevar al mismo lado.
Más grandes tienen otra cosa, se juntan con otros chicos de la misma edad,
van en bicicleta. Ya es una educación distinta la que le van dando.
Yo tuve una relación excelente con mi madre, y no puede ser de otra manera.
Ella era una mujer inteligente. Mi madre nunca me corrigió un cuaderno,
sólo decía “acá hay algo mal, buscalo”. Así yo hacía mis trabajos.
Mi madre era una madre común y las madres comunes quieren a sus hijos, los educan.
Cuando están acompañadas, es decir que tienen marido, también dan las directivas
porque por lo general tienen madre y padre. Ella tenía que ser mi madre y mi padre.
Pero a mí no me afectó porque ella cumplía todos los lugares. Ella era muy cariñosa.
Era una mujer alegre. La vida, después, la hizo triste.
Lo peor que le puede pasar a una mujer es ser inteligente y mi madre era inteligente.
Desconozco porqué la gente tiene tanta envidia. En eso me parezco mucho a mi madre pero,
quisiera ser la mitad de lo que ella fue.
Creo que cumplo con mi deber de hijo agradecido.
Cuando, aquel 19 de octubre, la despedí prometí que sería bueno y trato de cumplirlo.
Si yo tengo algo se lo debo a mi madre. Así yo no soy racista.No tengo nada contra los judíos, ni contra ninguna otra persona.
Una palabra agresiva contra otra persona, mi madre no lo hacía.
Una vez en una escuela que ella trabajaba se decía que tomaba drogas para escribir.
El Director, que la apreciaba mucho, llamó a la persona que hablaba tan mal de ella y
le hizo un sumario.
Alfonsina no lo permitió diciendo que “ella” también era una mujer,que debía disculpárselo, pero no dejó decir al Director que ella había sido quien impidió la mala nota.
Alfonsina era una mujer, y una mujer justa.
Yo tuve una buena educación. No significa que me enseñara a hablar inglés o francés,
eso yo lo aprendí en el Colegio Nacional. Aunque en una hora por semana nadie
puede hablar un idioma. Para hablar chino hay que nacer en la China.
El otro día escuché que hay un jugador de básquet en la Liga que sabe cuatro idiomas africanos.
Yo no podría hablar ni un cuarto.
CS- ¿Cuándo adquirió conciencia que usted no tenía una vida familiar convencional y
que Alfonsina no era la típica madre? Le afectó en algo ese descubrimiento?
AS- Adquirí rápidamente conciencia de que no tenía una vida como puede decirse “convencional”.
Pero no me afectó en lo más mínimo. Con mi padre yo me llevaba muy bien.
Mi padre era un hombre muy bueno y mi madre nunca me habló mal de él.
Era una mujer inteligente, por eso no es posible que una mujer inteligente no le diga al hijo quién es el padre. Eso para gente que no tiene ninguna cultura y ningún sentimiento.
Cuando mi padre murió en Rosario en el ’30 lloré, y mucho.
Desde que me enteré que los hijos no venían “de París” supe que los hijos naturales no son ilegítimos, porque son naturales.
Ser hijo natural hoy, es casi un privilegio, con tantos otros que son hijos de botella.
conviví con eso que es casi un privilegio. Aunque me acuerdo que la primera vez,
en una reunión de cumpleaños, me preguntaron sobre quién era mi padre
y yo salí corriendo a ver a Alfonsina, llorando.
Ella me dijo muy pocas palabras, y fueron: “Hoy, Alejandro, has comenzado a convertirte en un hombre”.
Para mí la vida convencional no existía.
Mi madre cubría todas las cosas que más podía. Ella tenía mucho que trabajar para poder vivir. Comenzó a escribir prosa para vivir ya que tenía que sostener sola todo el hogar.
Cuando era chico me compraba la ropa en un negocio muy importante en Buenos Aires
(no puedo decir el nombre) y, ¿por qué? Esa casa vendía caro, y lo caro era bueno.
Así lo bueno, dura. Mi madre se vestía muy bien.
Ella empezó a escribir prosa porque no podía trabajar como maestra, eso era más difícil.
Ella había renunciado en Rosario y había venido a Buenos Aires. Acá era absolutamente desconocida. En tal forma que en una Fiesta del Libro de la Biblioteca del Congreso Nacional de Mujeres ella escribió con un seudónimo.
Se puso “Las Musas” con su nombre griego Piéridas.
Ella ganó, era cerca de mil pesos que nos venían muy bien.
CS- También escribió con otro seudónimo, ¿Cuál era?
AS- Sí, entre el año ’20 hasta el ’22. Era Tao Lao, que ni yo se qué quiere decir.
me parece que es una palabra inventada, que no tiene traducción, nadie la conoce.
Bueno, pero yo no soy muy investigador.El que sí es investigador es Andreola.
En su casa tiene “una sábana” con todo anotado sobre Alfonsina.
CS- Sí, he mantenido charlas con él y consultado sus libros.
¿Usted vino a mi escuela con él cuando le colocaron el nombre Alfonsina Storni?
El no se acuerda.
AS- Si, fue hace mucho pero me acuerdo.
Siempre traté de cumplir con todos los que me lo solicitaron.
CS- Mientras Alfonsina trabajaba y asistía a las reuniones, usted, además de ir
a la escuela,¿en qué invertía su tiempo? ¿Era un niño solitario o tenía muchos amigos?
AS- Me ayudó que yo jugaba muy bien al fútbol. Tenía muchos amigos y muchos los heredé
de mi madre.
Mi madre siempre decía “tenés que juntarte con todos”, no te juntes sólo con hijos
de médicos, de ingenieros... Gente buena hay en todos lados.
Yo nunca estuve solo, ahora estoy solo.
CS- Pero usted se casó y tiene hijos.
AS- Sí. Tengo dos hijos, 4 nietos y 2 bisnietos. Mi mujer murió hace casi tres años.
Era muy buena y yo no puedo recuperarme. Voy a verla a un cementerio parque.
Unos días antes de morir lo estábamos conversando. Yo no quería, pero mi hijo menor
había comprado una parcela … y la llevamos allí cuando murió.
Con uno de mis bisnietos tengo asegurada la manutención.
Cuando estamos en Miramar (Costa Atlántica de Buenos Aires) pasa por las carpas
pidiendo algo … todos algo le dan.
CS- ¿Qué es lo que más admiraba de su madre? Descríbame a Alfonsina, sus cualidades
y defectos.
AS- Me encanta hablar de mi madre. Fue una luchadora. Decía que había tenido la desgracia de ser mujer. Por eso me decía siempre“tenés que mantener la masculinidad a toda costa, toda la vida”.
Ella era firme en sus decisiones, cuando decía “no” era “no”.
Pero también era dulce y tenía la gran virtud de no ser racista. Eso me inculcó por eso yo no estoy en contra de nadie, sólo de las personas que no son buenas.
Todo lo que mi madre decía lo cumplía. Era firme, pero dulce.
Si me llegaba a portar mal (nunca fui un Boy Scout) me decía “el domingo no salís”.
Yo aceptaba aunque me perdiera a “Independiente” (Club de Fútbol).
Cuando ella decía “no”, era no.
Nunca hablaba mal de nadie ni hacía juicios de valor. Me acuerdo, era una Noche Buena.
Ibamos caminando y en la calle había un hombre borracho con varias botellas
a su alrededor.
Mi madre me dió $5 para que yo le diera. Yo la miré como desconcertado.
Ella me dijo: “hoy, en esta fecha, vos me tenés a mí y yo a vos, estamos juntos,
entonces nada nos falta, pero él está solo.
Si es feliz con el vino, emborrachándose, que lo haga. Yo no estoy para juzgar”.
A ella no le gustaba que la elogiaran.Pocas veces lo aceptó, porque realmente no le gustaba.
En eso me acuerdo de Ñato, que se llamaba Bernabé Ferreira que era un muy buen jugador de fútbol, un centrofoward.
A él tampoco le gustaban los halagos.
Murió pobremente, sin nada, y mire que había tenido...Daba todo, prestaba.
Nunca le devolvieron la plata prestada.Todos le aconsejaban, pero él no hacía caso.
CS- ¿En qué escuelas estudió usted? ¿ Dónde trabajó?
AS- Yo hice la primaria en varias escuelas. Nos mudábamos por trabajo.
De la escuela que más me acuerdo es la Mariano Acosta, porque fue mi escuela de
los últimos años.
Fuí maestro, vicedirector y director. También profesor de Castellano.
Más de cuarenta años dedicados a enseñar. Pasé por varias escuelas y siempre
fuí así, recto.
Puedo contarle varias historias. En una escuela, a un alumno, el mejor, le pedí que leyera un tema. Lo hizo muy bien, así que lo felicité. Entonces él me respondió “Y eso que ni lo leí”.
Le pedí el boletín y le puse insuficiente. Vinieron la madre, el padre, la abuela,
el director... yo no cambié la nota.
Mi trabajo en la escuela era enseñar para la vida, y ese chico iba a ser una carga
para la sociedad.
Nada se puede lograr sin esfuerzo. Entonces le dije: “nunca vuelvas a decirle
a un maestro semejante disparate”, él estaba a mi cuidado y no sólo para enseñarle a leer y escribir.
Yo a mis alumnos nunca les hablé en palabras difíciles.
De ese cotejo entre alumno-maestro, el alumno puede decir “el maestro es un sabio,
y yo un burro”, y esto no es así, ni el maestro es un sabio ni el alumno es un burro.
Yo les digo van a ser burros si no estudian. El maestro debe enseñar sin que ellos se
den cuenta.
Mis alumnos no formaban para salir, yo no los haría formar fila“esto es una escuela,
no un regimiento”. Luego había que atravesar un patio, ahí se formaban.
Nunca se desordenaron ni golpearon.
Si yo tenía que ir a la Dirección les explicaba porqué tenía que ir, que era
algo personal, y les explicaba que era necesario que interpretaran que debían portarse bien,
seguir ordenados como estando yo en el aula.Cuando volvía los encontraba cada uno en su lugar. Hay que saber cómo enseñar.
Una vez había en una escuela una maestra, era hermana de un amigo de Alfonsina.
Sabe, en una oportunidad, Alfonsina se olvidó un guante en el coche y él dijo que era
una reliquia y siempre lo guardó como recuerdo.
Esa maestra tenía una voz “de pito”. Cuando hablaba les gritaba. Aunque lo que le decía era “sacale punta al lápiz”, gritaba. Era buena maestra y dibujaba muy bien, pero los chicos se ponían nerviosos.
Yo nunca podría haber sido un alumno de ella.
Tomé el cargo de Alfonsina en una nocturna como profesor.
Cuando me presenté no tenía ninguna alumna. Fuí a la dirección y le pregunté
a la directora: ¿tiene usted un revólver? ¿Para qué quiere un revólver, Storni? me contestó asustada. "Porque estoy solo y tengo miedo", le contesté.
Ella me dijo que me podía retirar ya no tenía a quién dar clase. Yo no me fuí.
Al día siguiente, vino una alumna y yo dí mi clase, así fueron apareciendo todas,
la relación llegó a tal punto que muchas alumnas repetían, querían seguir estando
en mi clase.
En mi trabajo yo fuí muy recto, más de lo que era de verdad.
En esa época jugaba al rugby, un juego fuerte, tal es así que una vez me rompí la cara,
¡parecía un mostruo! Así que, les decía a mis alumnas: “pónganse del lado del amor” porque del otro lado, la verdad,¡ no se me veía muy bien!
Había una vez una chica que decía que yo la miraba. Me dió bronca, mucha.
Yo le dije “Usted está cometiendo un error muy grande. Si algún día me enamorara de Usted se lo diría, así que deje de codearse con su compañera”.
Años después me encontró en la calle ¡qué alegría tuvo! Me dió un gran abrazo. Realmente me querían.
Yo pienso que un maestro, un director, deben saber cuál es su lugar en la escuela.
Una vez un director (yo era ahí maestro) en una reunión de las que se suelen hacer, de esas que muchas veces no sirven para nada, dijo a las maestras "Ustedes tienen que "acostarse" con el programa”. Una docente respondió: “Señor, yo no puedo, soy casada”.
En alguna oportunidad un directivo me preguntó cómo hacía para manejar la escuela y yo le respondí: “el directivo no debe creer nunca que la escuela es un castillo feudal y que los maestros son esclavos”, yo nunca puse una nota mala a un maestro; sí los apercibía.
Solos sabían qué tenían que cambiar.
CS- Yo estoy trabajando con adultos. ¿Trabajó con adultos, verdad?
AS- Si, en principio, trabajar con los adultos es más difícil.
A ellos no les gusta que le den indicaciones “va con Z”, “va con C” yo les decía “ahora vas al baño y escribís la palabra 5 veces. Más no, porque si no vas a cometer el mismo error.
Después lo rompés”.
Ellos tienen más vergüenza.
Yo trabajaba en una escuela difícil, un barrio de
muchos reos. Había un chico que no tenía saco para ponerse. Yo le regalé uno.
Lo llame aparte, después de la clase, para dárselo y le dije “Ojo, nunca digas
que yo te lo dí”.
Mi madre siempre me inculcó “cuando des una limosna, no lo digas y no des un consejo ya que no es más tuyo”.
CS- Aparte de la docencia, Usted trabajó en la Municipalidad, ¿verdad?
AS- En la Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires. Trabajé muy bien. Eramos honestos, no hacíamos “lo que queríamos” pero nos divertíamos.
Mis compañeros eran muchachos honestos, capaces.
Yo era administrativo, fuí ascendiendo. Una vez solicité el pase. Mire lo que me dijo mi superior: "Bueno, pero tráigame usted aunque sea un " burro".
Al tiempo lo fuí a ver y le respondí" al burro lo dejé afuera porque él no
puede subir la escalera..."
CS- ¿Cómo era la relación de Alfonsina con su madre? ¿La conoció Usted? ¿Cómo se llevaban?
AS- La madre de Alfonsina se llama Paulina (Pasqualina Marianna Aurora Martignoni) y su padre Alfonso Ambrogio Carlo.
Todos los datos son bien enunciados por Andreola (Investigador). Lo mismo que la cantidad de hermanos que eran 8, y la fecha de nacimiento de mi madre que fue el domingo 22 de mayo de 1892 a las 7 de la mañana y no un 29 como todavía dicen algunas biografías.
Paulina fue una mujer inteligente. No le puso muchas trabas a Alfonsina. Fue también cariñosa.
Hay una historia de Alfonsina de cuando estaban en San Juan y la familia ya no tenía mucho dinero. Mi madre tenía 6 años y le pidió un peso para comprar un libro que necesitaba y la maestra le reclamaba.
La madre estaba entonces enferma.
Como nadie le hizo caso fue a la librería, que también era una imprenta El Siglo Ilustrado (de José Serrarrica) que quedaba a una cuadra de la Escuela Normal.
Se lo pide al librero. El libro se llamaba “El Nene”. El que la atendió se lo entrega mientras Alfonsina le pide otro que dice estar en la trastienda.
Ahí Alfonsina se escapa con el libro mientras le gritaba “ahí le dejo el peso”.
Rato después, no más de media hora, la van a buscar a la escuela para reclamarle el libro robado, pero ella lo niega rotundamente diciendo que cuando ella se iba, habían entrado otros chicos y ellos lo habían robado.
Así, puede decirse que mi madre empezó a leer con un libro “robado”.
CS - ¿Quería Paulina que su hija escribiese? ¿Llegó a pegarle por algún escrito?
AS- No le gustó, en un principio, algunos de sus escritos sobre cementerios, muertes …
no le pegaba, sólo algunos coscorrones para enseñarle que la vida “es alegre”.
Ella siguió escribiendo. A veces los escondía en su almohada.
Paulina era maestra, hablaba tres idiomas, era capaz… ¿Cómo no iba a estar orgullosa
si a una hija ya en el ’25 ,¡la Biblioteca Cervantes la incluyó en el tomo 42 de su
colección de“Los mejores poetas líricos”!
CS- Y además en 1920 se la condecora con la Medalla de la Reina Isabel.
AS- Sí, además del Diploma de Honor como reconocimiento en obras de guerra.
Supongo que Paulina se sentía orgullosa, pero atravesaban momentos difíciles,su padre
enfermó y luego murió, sus cambios de casa, en fin...una vida dura.
Yo a mi abuela la ví 3 o 4 veces. A mí no tenía porque quererme. Yo quería a Fina.
CS- Cuénteme un poco cómo era Fina, y qué lugar ocupaba con ustedes.
AS- Fina Grosso fue como mi abuela. Yo la adoraba. Era como ama de llaves,
no sirvienta.
Vivió muchos años con nosotros, ya en la casa de Acevedo 2161. Murió hace más o menos 10 años.
Me acuerdo varías anécdotas.
Ella siempre ganaba a la Quiniela. Un día yo le pregunté ¿cómo hacés? Ella me respondió simplemente: “Y... juego a los números que salen”.
Otra vez ella me había preparado tallarines con tuco. Mi madre al darse cuenta,
un poco enojada le dijo “¿cómo le das a comer tallarines con tuco a Alejandro,
si tiene fiebre?”. Ella le contestó “¿si los hice yo con mis propias manos?”.
Era la ingenuidad personificada.
Lo único que yo no le “perdonaba” era cuando me decía “nene”."Yo me llamo Alejandro", le respondía.
CS- ¿Quiénes fueron los amigos de Alfonsina más cercanos?
AS- Alfonsina tuvo muchos y muy buenos amigos. Muchos de ellos yo los “heredé”.
Quinquela era un ser buenísimo.
Él, junto con otros grandes que también pertenecían a “La Peña” hicieron los movimientos necesarios para hacer la estatua de Alfonsina.
Quinquela iba a cada persona y ponía la mano así... y le pedía "un peso" para Alfonsina.
Era generoso.
CS- La tumba de Quinquela está al lado de la de Alfonsina. Es una tumba colorida para él,
"el amante de los colores."
AS- Sí, en la Chacarita.
A Capdevila, Galvéz y Quiroga yo también los conocía. Venían a mi casa.
Eran hombres comunes. Eran “grandes” pero nunca hablaban de ellos.
En la casa de Córdoba y Esmeralda Alfonsina solía cocinar.
CS- Hábleme de la relación de Alfonsina con Gabriela Mistral, ¿cómo la conoció?
AS- Un día vino a mi casa. Tocaron el timbre y se presentó.
Yo le dije a mi madre: “Mamá, te busca una señora que dice llamarse Gabriela Mistral”.
Me acuerdo que una vez yo tenía 12 años y le dije a mi madre: " Mamá, vos sos la mejor
poetisa." Ella, enojada, me contestó ¿Te has olvidado de Gabriela Mistral?”.
“No debes ser ignorante”.
No aceptaba halagos, no le gustaban en verdad.
La única vez que hasta lloró por un halago fue por el que le hizo una lavandera negra en la Costanera, en el ’37.
Ella le dijo: "Usted es Alfonsina, permítame que le agarre la mano”.
Cuando Alfonsina sintió esas manos ásperas, trabajadoras, sintió emoción por el elogio
cosa que no hubiera aceptado por ejemplo en la Calle Florida.
CS- ¿Y Lugones? ¿Le afectó su suicidio en Tigre? ¿Tiene relación con la decisión suya?
Se sabe que tenía pensado tomar la decisión de morir en el Tigre como él.
AS- El apareció después al grupo. Mucho no la quería.
Alfonsina era una mujer muy atractiva. Era una persona que lo molestaba.
No pudo afectarla su suicidio ya que la decisión de matarse, como también la de Quiroga fue por otros motivos: una mujer siendo casado.
Así, él se mata por eso.
Ella tenía 21 años y él 57. No es mucho, pero … A veces se casan por el nombre y llega un momento que el matrimonio llega a aburrir.
Si ella crece, él también crece. A la mujer le es más fácil hacer la vida marital que al hombre.
En el caso de mi madre la justificación es totalmente otra.
Yo hace años que vivo en soledad, pero nunca me volvería a casar porque quise mucho
a mi mujer.
CS- Con respecto a Horacio Quiroga, ¿cómo era la relación de Alfonsina con él?
AS- Yo lo conocí cuando tenía 5 años. Vivía en la calle Agüero. Quiroga no me gustaba.
No tenía buenos modos. El estaba acostumbrado así.
Una vez en una comida miraba la jarra de agua como “queriéndome decir algo” yo ni me inmuté.
El, entonces dijo “te dije que me dieras agua” y yo le respondí “la verdad es que no lo escuché”.
Me explicó que así él pedía las cosas. Entonces yo le respondí: “a mí, eso no me va,
estoy acostumbrado distinto, mi madre me pide por favor”.
CS- Sin embargo, usted fue el último que lo vio con vida.
AS- Sí. El estaba internado y me acuerdo que me recibió diciéndome “estoy aquí porque vine a ver una exposición de flores”.
Él era irónico y orgulloso.
Es difícil cuando uno va a ver a un enfermo, no sabe qué decirle… así, uno termina hablándole de la enfermedad.
Me acuerdo de alguien que una vez le dijo a un enfermo “¿con que agonizando, no?”.
A veces sale cualquier cosa, ¿verdad?
Cuando salí del hospital le dije a mi madre “si éste es el Quiroga que conozco, no creo que viva un día más”. Me arrepentí toda la vida.
Esa noche Quiroga tomó cianuro. Lo encontraron a la mañana todo tapado y muerto.
Una vez yo casi me enveneno con cianuro.
Esto se lo debo a un “tic”, esas costumbres que uno se debe sacar con “voluntad”.
Yo me la saqué “de golpe”.
Acostumbraba a ponerme hojitas de árbol en la boca.
En una de esas había una gotita de cianuro. ¡Si me la trago me muero!
Sabe, el cianuro hace más efecto en menor cantidad,... hasta en una sola gotita.
CS- ¿Se hubiera casado su madre con Quiroga?
AS- Mi madre nunca hubiera hecho nada para contradecirme.
CS- ¿Los hijos de Quiroga también se suicidan? Hábleme de su relación con ellos.
AS- Todos se suicidan: él, su esposa, sus dos hijos, su segunda esposa.
Quiroga tenía dos hijos, Egle era como mi hermana. Tenía un año y un poco más que Darío y yo.
Salíamos juntos. Ibamos a Palermo, nos metíamos en los circuitos.
Me acuerdo de un lugar donde se tomaba café. Valía 15 centavos y la gente dejaba 20.
Eso nos “enojaba” y queríamos juntarlo como nuestra propina.¡ Qué bárbaros !
Si queríamos salir solos, Egle no nos dejaba. Ella nos “petrificaba” con su mirada.
Tuve mucho dolor cuando Egle se suicidó. Ella también tomó cianuro.
Me llamó por teléfono para verme en ese momento… cuando llegué, hacía 5 minutos que se había matado.
Y Darío … ¿qué puedo decir de él? No podía escribir como escribía Quiroga.
Muchos no logran ser como sus padres.
Por eso siempre digo que mi madre nunca me pidió que hiciera “ni una cuarteta”.
¡Yo soy más futbolista que literato!
CS- Algunos buscan la poesía de un modo, y otros en el mensaje.
Ella escribió en el lenguaje de su tierra, de los pájaros y sobre todo de su mar ¿por eso eligió ese destino?
AS- Si, amaba el mar.Pero supongo que, en el estado en que estaba hubiera elegido cualquier otro sitio para morir.Tuvo esa intención también en otros lugares como Tigre, Montevideo.
CS- ¿Cuáles de sus libros y poemas le gustan más, Alejandro?
AS- Me gustan todos, porque los elijo según la situación en la que los escribió.
Me gusta mucho La Loba, donde defiende al hijo; Languidez que sacó el Primer Premio Municipal de Poesía, hay que ver que era su cuarto libro; Dolor y Por los niños que han muerto.
También Mascarilla y Trébol, que es un libro que la gente no entiende, ya desde su título
que es enigmático.
CS- Claro. Mascarilla es la muerte y Trébol es la vida.
AS- Sí, las dos palabras son simbólicas. Se muestra la lucha perpetua entre la vida y la muerte.
Es uno de los libros más difíciles de entender.
Me gusta el poema Voy a Dormir, fue la poesía que envió al diario La Nación antes de morir.
Está en la estatua de Mar del Plata.Cuando la pusieron dije:" Va a durar lo que dura un lirio”,
y así fue, se la robaron.
Sabe, la estatua, en el ’48 estaba en contra de la playa, es decir que Alfonsina daba la espalda al mar.
Después la cambiaron porque si hay alguien que no puede dar la espalda al mar es Alfonsina.
Ahora me acuerdo, hablando de los robos, mire lo que me pasó en una casa en Núñez donde vivimos
5 años más o menos. Había una placa. También se la robaron.
Duró dos días.
Yo no sé si hay especialistas o si son aficionados, lo único que quedó fue un cartel que decía "pedicuro".
En esa casa mire lo que me pasó. Estabamos a tres cuadras de una barrera donde pasaba el tren
que iba de Retiro a Tigre. Yo siempre andaba por ahí.
Ese día mi madre me dijo: “no vayas, porque el tren arrolló a una persona".
Yo no le hice caso, y fuí. ¡ Era horrible! A la noche no me podía dormir.
¿Sabe qué rezaba? La delantera de Independiente, el 26 …” Si se entera el cura yo no estaría ni bautizado.
CS- Usted se bautizó de grande, ¿estaba su madre en vida?
AS- Sí, me bauticé de grande, tiempo después de que ella muriera.
Alfonsina quería que yo eligiera mi religión cuando pudiera hacerlo, cuando entendiera.
Me habló sobre todas para que yo supiera.
AS- Volviendo al tema que hablábamos, de las poesías de mi madre, quería mencionar que hay un poema donde Alfonsina anticipa muchas de las cosas que sucederían después.
Algo así como la destrucción del mundo en manos del hombre.
No ha sido muy interpretado.
CS- Usted se refiere al poema dedicado a Gabriela Mistral.
El poema se llama " Letanías a la tierra muerta". ¿Verdad?
Ella señala que no pasará mucho tiempo en que la raza humana se vaya autodestruyendo que aparecerá la culpa por no haber comprendido a tiempo el mensaje de la naturaleza y de su
Creador.
AS- Es un poema anticipador ,muestra la gran capacidad de mi madre para escribir, pero, capaz
no ha sido tan entendido.
CS - ¿Se trata de un artificio poético “ese” que llama por teléfono en su poema póstumo?
Hace mención a usted? ¿Verdad?
AS- Sí, es a mí.
CS- Mucha gente ha escrito sobre su madre, ¿lo ha hecho usted?
AS- Escribí algunos prólogos para libros de ella y escribí el libro Exaltación editado en Suecia
y traducido a varios idiomas. No habla de ella sino de las madres en general.
CS-¿Intuía usted la decisión final de Alfonsina?
AS- Ella últimamente estaba inquieta. No dormía. Sufría.
Había anticipado en varios casos su decisión. Antes de viajar me preparó la orden para cobrar
su sueldo.
¿Cómo no iba a darme cuenta con tantos indicios?. Al final nunca los cobré.
La acompañé hasta la Estación Constitución el día 19 de octubre.
Sabía cuál era su decisión y la respetaba.
CS- ¿Puede relatarme el final?
AS- Cerca de la 1 de la mañana ella se tiró por la escollera.
Llovía torrencialmente.
Alguien, por ahí, dijo que fue caminando. No fue así, porque quedó un zapato.
También se dijo que su cuerpo fue hallado tiempo después. Imagínese, no estaría así como lo
vemos en la última foto.
La velaron en Mar del Plata en el Colegio Nacional Mariano Moreno.
Yo pedí, en forma telefónica, que su cuerpo volviera a Buenos Aires.
Los restos llegaron a Constitución y fueron velados en el Club Argentino de Mujeres
y llevados a Recoleta en la bóveda de la familia de Salvadora Medina Onrubia, amiga personal de Alfonsina. Ella fue la que se encargó de todo.
CS- Actualmente están en Chacarita, ¿desde cuándo?
AS- Desde 1963 están en Chacarita. El Monumento se hizo en parte con dinero que salió
de la venta del piano Steinway tan lujoso que estaba acá ,en La Peña del Tortoni.
Muchos dijeron que ese monumento era como una estatua al suicidio.
CS- Usted, Alejandro, ha aceptado venir a conversar conmigo y no es la primera vez.
Además ha llamado a mi casa y yo lo he llamado a la suya tantas veces …
entiendo que le agrada hablar sobre su madre, ¿siempre lo hizo?
AS- Siempre he ido a hablar sobre mi madre.
Cuando la despedí en Constitución me prometí que siempre sería bueno… sobre todo cuando se ve el interés que , como usted, una persona pone.
Alguna que otra vez, pero pocas, me sentí molesto.
En una oportunidad estaban rindiendo homenaje a mi madre y la persona que daba la conferencia empezó diciendo “Alfonsina a los 20 años llegó embarazada y sola”.
Yo me preguntó ahora,¿es esto un homenaje?
Otra vez una persona que iba a hablar sobre ella, en Zurich, comenzó su discurso diciendo que había olvidado en el hotel el apunte que debía leer sobre Alfonsina.
Yo me ofrecí para enmendar ese" terrible olvido".
Yo me pregunto, ¿será necesario tener una copia para hablar de Alfonsina?
A veces me han preguntado si el suicidio es o no valentía, yo le podría contestar que yo no sé,
si es o no es, pero que se trata de un tema difícil, que sólo se puede hablar con alguien
cuya madre se mató también.
CS- ¿Le daba su madre los poemas para que los leyera?
AS- No, ella era libre. No hablaba de cosas íntimas. No creía que fuera necesario porque escribía
lo que sentía. Fíjese los años que han pasado y la gente sigue acordándose de ella.
CS- Le agradezco infinitamente que haya aceptado venir a conversar conmigo.
Cuando usted habla de su madre a mí se me caen las lágrimas.
Será que tenemos cosas en común... que admiro la relación usted tuvo con ella...
cómo habla usted cuando se refiere a ella … Fue un verdadero placer.
AS - ¡Y que me haya acordado de su nombre!
Se acuerda la segunda vez que me llamó yo la reconocí y me acordé
cómo se llamaba.
Yo no vengo por obligación sino por gusto.
Le agradezco y me alegra mucho que le haya gustado.
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